lunes, 9 de abril de 2012

Murciélagos y memoria espacial



Desde hace varias décadas se sabe que los murciélagos están dotados de un prodigioso “sonar” natural que les permite orientarse a partir de los sonidos que emiten y los ecos que reciben, lo que recibe el nombre de ecolocación; sin embargo, a partir de más de 100 estudios que se han llevado a cabo conjuntamente por la Doctora Cynthia Moss de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) y el Doctor Nachum Ulanovsky del Instituto Weizmann de Ciencias (Israel), se ha logrado comprobar que la ecolocación no se trata de un asunto meramente instintivo sino que este don de los murciélagos está estrechamente relacionado con su poderosa memoria espacial.
Es decir, los estudios llevados a cabo durante la última década han demostrado que los sonidos emitidos por los murciélagos a través de su boca o sus orificios nasales producen en el entorno y en sus presas ecos que hacen que el mamífero volador mueva su cabeza y sus orejas, lo que brinda a su cerebro una descripción detallada de la escena por la que se mueve; pero quizá lo más asombroso es que los murciélagos son también capaces de recordar pues los ecos que reciben condicionan su memoria con respecto a la manera en que pueden volar con seguridad entre los distintos puntos de un entorno por el que se desplazan habitualmente.

Los investigadores han llegado a la conclusión de que cada vez que un murciélago emite una frecuencia (con ritmo de 2 a 150 vocalizaciones por segundo), hay cambios en su actividad cerebral que son esenciales para el desarrollo de conductas más complejas. De esta manera el animalito es capaz de recordar detalles tridimensionales de los objetos en su entorno: una pared, un árbol, las estrecheces o amplitudes de la  cueva, de un pasadizo, etc; lo que nos habla de una memoria espacial sumamente sensible.
Los investigadores estadounidenses e israelitas involucrados en este estudio sobre las relaciones entre la ecolocación y la memoria espacial de los murciélagos han podido encontrar vínculos entre murciélagos y humanos respecto a cómo procesan la información para ejecutar ciertas funciones, puesto que ambos son mamíferos con la misma organización cerebral básica. Lo que podría resultar a la larga crucial y altamente beneficioso, por ejemplo, en la ayuda a personas que por accidente o enfermedad hayan sido afectadas en su sentido de la vista. Imitando a los murciélagos seríamos capaces de desarrollar nuevas aptitudes para orientarnos, movernos y estimular nuestra propia memoria espacial.
Conocer los mecanismos con los que opera el cerebro de los murciélagos podría dar luces en un futuro nada lejano sobre cómo operan ciertos mecanismos del cerebro humano que, aunque no estemos acostumbrados a utilizarlos cotidianamente, siguen estando allí y pueden ser muchísimo más útiles de lo que ahora mismos seríamos capaces de sospechar.

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